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El consumidor ha experimentado un cambio en cuanto a la vía del entretenimiento, liderado por los servicios de streaming.
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A pesar de los estimados a nivel global en la industria televisiva, eventos masivos cada vez registran menor cantidad de audiencia.
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Bajo este nuevo modelo de entretenimiento, los espectadores se han convertido en consumidores activos del contenido.
Los servicios de streaming han capitalizado el rumbo del entretenimiento, de tal suerte que se han encargado de crear un cambio y modificar el comportamiento del consumidor de manera progresiva. Con la inclusión de las nuevas plataformas digitales, reconocer al antiguo telespectador -ya rara vez llamado así- en contraposición con el nuevo resulta cada vez más difícil.
En un estudio compartido en Dialnet titulado “La influencia de la televisión en los hábitos de consumo del telespectador”, de María Jesús Fernández Torres, académica de la Universidad de Málaga, se trata el tema del impacto que directa y activamente ha influido en el comportamiento del consumidor desde sus inicios. De la misma manera, el consumismo ha sido estimulado en la televisión a partir de la inclusión de la publicidad que funciona para satisfacer “la pasión compradora del individuo”.
“La televisión ha favorecido el consumismo. La sociedad de consumo, nacida en Estados Unidos en la década de 1920 y extendida treinta años después al resto de naciones desarrolladas, se ha visto respaldada por el auge de la televisión y la ingente cantidad de horas que una persona dedica a estar frente a la pantalla, más de tres horas de media”, señala.
En aquel entonces, la televisión era el medio principal por el que los mensajes se comunicaban, no obstante, en la actualidad este canal ha ido perdiendo cada vez más terreno frente a las plataformas de streaming.
Encabezados aparecieron poco a poco en donde se mencionaba el peligro latente que representaban los servicios para la industria de la televisión, aunque poca fe había. Hoy en día, las televisoras enfrentan cada vez más problemas de audiencia, hecho que ha impulsado a compañías a cerrar sus franquicias de televisión, véase el caso, por ejemplo, de Disney XD en Latinoamérica. La conversación cada vez gira más en torno a los views, pulso digital, que no al rating acumulado.
Lo mismo ha pasado con el cine, pues dicho sea de paso, las grandes casas productoras han aprendido a ver como iguales a estas plataformas, cuyas nominaciones en los premios Oscar y Golden Globes han hecho valer su presencia, recordando las 25 de Netflix captadas en los premios de la Academia.
Pero esto no es todo, pues según estudios especializados de Bloomberg, solo 9.85 millones de personas en Estados Unidos sintonizaron la ceremonia de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas durante 2021, menos de la mitad de la audiencia que se había registrado en 2020.
De hecho, durante 2022 según Nielsen e IndieWire, por momentos la audiencia cayó aún más, a pesar de que logró tener un repunte luego del incidente con Will Smith.
Por otro lado, eventos deportivos como el Super Bowl o los Juegos Olímpicos han registrado caídas brutales en audiencia. Según lo que reportan Nielsen e IOC, la última temporada de la NFL registró un promedio de 17.3 millones de vistas por juego y cerca de 112.3 millones en el Super Bow, más bajo que en 2021.
Los Juegos Olímpicos, por su parte, captaron en 2021 3 mil millones de espectadores, 200 millones menos a lo que captó Río de Janeiro 2016 y 600 millones menos de lo que representó Londres 2012.
El fin de la TV y el cambio del consumidor frente a las plataformas de streaming
Por otro lado, habría que considerar que actualmente los servicios de streaming se encuentran en constante cambio, actualizando sus estrategias con el objetivo de llegar a todas las audiencias, desde acceso gratuito por tiempo limitado, hasta programas de bajo costo con anuncios publicitarios entre selecciones.
Este ha sido el impacto de consumo mediante popularidad en Estados Unidos:
Además de esto, los servicios de streaming registraron un nuevo máximo de 487 millones de suscriptores globales sólo durante el primer trimestre de 2021, número que se encuentra en constante crecimiento a raíz de que la competencia hacia Netflix ha ido incrementando. Por si no fuera poco, según las estadísticas de BroadbandCommunities, se prevé que los ingresos de los servicios over-the-top (OTT) o de streaming dupliquen con creces lo generado en 2021 para 2025, alcanzando cuando menos la cifra de 252 mil millones de dólares.
Pero el éxito de Netflix, Disney+, Amazon Prime Video y las demás plataformas digitales no se ha cimentado de la noche a la mañana. De la misma manera en que la cadena de Blockbuster quebró al subestimar el potencial de los servicios de streaming, la televisión podría caer.
Y es que la opción de poder sintonizar los programas sin ninguna limitante, de “escoger tu propia aventura y elegir el contenido que deseas ver en el momento que sea” resulta invaluable para los consumidores. De la misma manera, el que puedan acceder a los idiomas disponibles, elegir la clase de contenido que quieren para sus hogares a partir del control parental y de las listas individuales por perfiles ha modificado la manera en la que reciben esta experiencia.
La televisión jamás ofreció la capacidad de ver los programas a una velocidad mayor con el objetivo de ahorrar tiempo durante el transporte. Bajo estas condiciones, no es la tele la que impone la agenda en el consumidor, sino que el consumidor es libre de elegir qué ver y cuándo verlo.
Todos estos datos recaen en el hecho de que, si bien parece que la televisión como la conocíamos previo a una era de conexión digital global aún tiene mucha vida, pudiera ser cuestión de tiempo para que el consumidor se arte y se adapte finalmente a la propuesta omnicanal de la nueva era.
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