No se puede culpar a nadie de este cobarde intento de callar una voz importante en el país. Lo que sí se puede y debe decir es que AMLO ha optado por una retórica tan violenta y estigmatizante contra los periodistas, a los que acusa regularmente de promover a la oposición.
No hay ninguna publicación que señale los errores y corruptelas de sus colaboradores y familiares que esté fuera del alcance de la lengua de la mañanera. Así, periódicos como Reforma se han ganado el mote de “pasquín inmundo”, ha mencionado los ingresos anuales de los periodistas y con ello viola su seguridad.
El presidente también ha atacado lectores de los diarios a los que considera de oposición. Respecto a los seguidores de Ciro Gómez Leyva dijo que podrían tener un tumor cerebral de seguir escuchándolo, la declaración la hizo el 14 de diciembre y podría incluso resultar ocurrente de no ser porque a Ciro lo siguieron desde su lugar de trabajo y le tiraron a matar a su camioneta, que, por fortuna, es blindada.
Las palabras del presidente bajo este contexto pueden sonar incluso amenazantes y crueles. Pero no se trata sólo de palabras, AMLO ha sido cómplice de los ataques que su esbirra, Sanjuana Martínez, hace en contra de Ariana Urrea por ser líder sindical y defender los derechos de los periodistas de Notimex que han sobrevivido a una huelga que lleva años; él ha solapado que Sanjuana siga cobrando aun cuando la Secretaría del Trabajo ha reconocido la huelga y ha permitido saqueos y golpizas a los trabajadores.
Diversos sectores de la sociedad condenaron el ataque a Ciro, incluso el Centro Católico Mundial publicó el siguiente mensaje: “México ya es una realidad distorsionada propia de psicópatas y megalómanos en el cual uno sólo puede amagar a millones: “O estás conmigo o estás contra mí”.
Periodistas y políticos también publicaron mensajes de apoyo, destacó a David Páramo co conductor de Ciro dejó de lado su clásico tono crítico para abrazar a su compañero, ambos vulnerables y con la vida pendiente de la criminalidad que tan solo en 2022 ha asesinado a 11 periodistas tres más que el país europeo nación que actualmente sostiene una guerra armada contra Rusia.
Cada miércoles, el gobierno organiza una sesión de “¿Quién es quién en las mentiras de la semana?”, un espacio más en el que se intenta desacreditar a la prensa, no con un sistema como el de verificado, con pruebas, sino con un lenguaje agresivo que señala a lo que llaman “desecho del periodismo”.
La libertad de prensa está garantizada por la Constitución mexicana y amparada por la ley de prensa de 1917. En la práctica, no hay ninguna ley que obstaculice la libertad de informar, pero sí existe -desde el Estado- una amenaza constante de ser ridiculizado en la “mañanera”, de ser amenazados o simplemente asesinados