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Arturo Mora

La corrupción y la mercadotecnia

La corrupción no es ajena en nuestra industria (desgaciadamente). Hoy, en el Día Internacional contra la Corrupción, tal vez valga la pena pensar un poquito en ello.

En nuestro país día a día lidiamos con una infección que se hace cada vez más grande y que, como un virus necio que no quiere dejar su espacio de comodidad en un organismo vivo, aunque se busque aplicar vacunas y medicinas para eliminarla, parece que se hace más fuerte y toma muchas formas diferentes.

No. No estoy hablando del maldito COVID-19. Me refiero a la corrupción.

Y efectivamente, parece un virus mucho más agresivo que el que hemos sufrido en la pandemia de años recientes, incluyendo todas sus variaciones. La corrupción afecta sin distinguir edad, sexo o nivel socioeconómico, nos pega a todos por igual y nos ha afectado desde hace tanto tiempo que parece que se ha normalizado convivir con ella en sus diferentes formas.

Desde el año 2003 se celebra en todo el mundo, cada 9 de diciembre, el Día Internacional contra la Corrupción, instaurado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el objetivo de frenar y eliminar en todos los países miembros los actos de corrupción por parte de aquellas personas que se aprovechan de un cargo de poder para enriquecerse a cargo de los demás.

Según datos de la ONU, cada año se pagan aproximadamente un billón de dólares en sobornos y se calcula que durante el mismo periodo se suelen robar 2.6 billones de dólares mediante la corrupción, lo que significa un total del 5% del producto interior bruto (PIB) mundial.

“A 20 años de la Convención de la ONU: uniendo al mundo contra la corrupción”. Este es el tema de la campaña para 2022.

A ver si a alguno les suena: La extorsión sostenida por altos (y bajos) cargos en la administración pública y privada que obliga a otras personas a que hagan cosas más allá de sus funciones, la falta de transparencia, sobornos, malversación de fondos, compadrazgo, nepotismo, impunidad, el tráfico de influencias, el uso ilegal de bienes atribuidos para otro uso, despotismo, la falta de denuncia de actos ilícitos, el chantaje, el favoritismo, el engaño, el robo, la discriminación, la exclusión, el desfalco, el acoso, la falsificación, la prepotencia, la obstrucción de la justicia, la intimidación…. En fin, podríamos pasarnos mucho tiempo señalando todos los tipos de corrupción presentes en nuestro México, lindo y que herido. (Nota: de acuerdo con el IPC (Índice de Percepción de la Corrupción), realizado por Transparencia Internacional el año pasado, México sigue siendo el país peor evaluado entre los integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) al posicionarlo en el lugar 37 de 37 países que lo integran).

Y que conste, no es un problema exclusivo de nuestro país. La corrupción se da en todo el mundo, con menor o mayor medida, pero existe.

Y además, es importante dejar muy claro que la corrupción no es un tema de herencia, es un tema de educación y de valores aprendidos (y que aunque no nos enseñen a portarnos bien, dependerá de cada individuo decidir si hacer un acto de corrupción o no). No quiero tampoco simplificarlo, pero si te enseñaron a no quedarte con algo que no es tuyo, no lo agarras. O si te enseñaron a no engañar, no engañas. Así nomás.

Y ¿Todo este rollo qué tiene que ver la mercadotecnia y la publicidad con la corrupción? ¿Nada?

Dos actos de corrupción latente en éstas actividades que sirven como claros ejemplos, entre otros, en donde interviene tanto la iniciativa privada como pública (y que conste, sin importar el partido que esté en el gobierno, todos han agarrado parejo. Lo señalo nada más para que no me acusen ni de “Fifí” ni de “Chairo”): la falsificación de las adjudicaciones o licitaciones públicas, con contrataciones falsas o por fuera de lo que la ley impone y la falta de ética en la comunicación engañosa. ¿Así o quieren más?

Ojo; son casos que están presentes en nuestra industria, que no necesariamente están generalizados, pero eso si, aceptar que ocurre y ha ocurrido en momentos y campañas específicas (yo les podría nombrar algunas y apuesto que alguno de ustedes sabrá uno que otro caso).

Desgraciadamente, por esos casos aislados, se podría llegar a pensar que muchas agencias o medios caen en actos corruptos. Afortunadamente, no es así. Pero esas piedritas en los zapatos que siguen haciendo transas como jo…roban a la industria y la hacen ver mal.

Ésta no es una columna con llamado moralino ni de golpe de pecho, pero aprovechando el día que se conmemora hoy, hagamos una reflexión para “limpiar la casa” desde dentro y así honrar nuestra bella profesión.

En actos de corrupción ¿Hemos sido victimas o victimarios?
Derecho y de frente, ¿Quién has sido?
Como dice Bono en Stay (Faraway, so close!):
“A vampire or a victim,
it depends on who’s around…”

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