Es difícil comprender esta situación, lo más cercano es pensar en la desesperación de los turistas, entre ellos, un bebé de un mes, ancianos y una persona con discapacidad pero, por otro lado y sin afán de justificar sus acciones, ¿qué otra acción pueden tomar un grupo de indígenas para salvar su hogar?. 

¿Quiénes son los dueños del territorio? La empresa petrolera que una y otra vez ha afectado a los pobladores y a las especies que ahí habitan, los turistas que van, se toman la foto con la enorme huella ambiental que ello representa o los habitantes originarios, que han vivido y cuidado la amazonía. 

Finalmente los turistas fueron liberados después de 24 horas sin que las autoridades ofrezcan las reparaciones profundas que requiere el derrame. La situación peruana es un extremo, sin embargo, es una muestra de lo que puede ocurrir en México ante fenómenos como la contaminación y la gentrificación. 

El presidente de la República dice “el Tren Maya va” y seguramente así será. Este proyecto de reordenamiento territorial que incluye la puesta o renovación de vías de tren que atraviesan los estados de Chiapas, Yucatán, Campeche y Quintana Roo, donde existen pueblos indígenas que forman parte de la familia etnolingüística maya y aún cuando se ha advertido en innumerables ocasiones las afectaciones que podría tener el avance de esta importante vía, ha seguido su curso. 

No se trata de evitar el crecimiento urbano y el desarrollo; pues es un hecho que hacía falta un transporte como este en el sureste del país, pero sin promover, proteger, respetar y garantizar los derechos humanos de los habitantes de las zonas por las que pasa. 

La capital del país no se escapa de este fenómeno, una muestra es el arrinconamiento que están viviendo los pocos habitantes de las colonias Condesa  y Roma y que han sobrevivido a los cambios de uso de suelo, el incremento en las rentas y el aumento exponencial del valor de las propiedades y ahora se deben enfrentar a “el lobo”, Airbnb, que firmó una alianza con el Gobierno de la Ciudad de México para promover a la urbe como un centro global para trabajadores remotos, lo que ha ocasionado el aislamiento y el encarecimiento. 

De acuerdo con la Fundación Universidad de América la gentrificación es un fenómeno urbanístico en el que un barrio, por ciertas circunstancias, adquiere mayor plusvalía, lo que causa que se torne atractivo para que un sector de ciudadanos, con mayor nivel adquisitivo.

En consecuencia, el precio de las rentas se eleva, las edificaciones son habitadas por más personas de otros segmentos socioeconómicos y, por lo tanto, se transforma por completo la fisonomía urbana, así, las personas originalmente habitantes de la zona comienzan a salir al ya no poder sostener el nivel de vida.

Este fenómeno no es nuevo, según la investigación Gentrification and Resistance in Latin American Cities, refieren que se presenta desde hace aproximadamente hace 50 años, aunque en México recientemente lo conocemos y afecta de manera generalizada en diversas zonas, sobre todo, en las ciudades. 

Leía en Twitter: “pagó 10 mil pesos por una renta en la Condesa, mi contrato terminará en febrero y no podré pagar los cerca de 80 mil mensuales que ofrece Airbnb“. El destino de este usuario será rentar un nuevo hogar en las orillas de la ciudad, en donde por los mismos 10 mil pesos tendrá un cuarto quizá con servicios sanitarios compartidos y ahora estará a dos o más horas de su empleo. Es así, así funciona este arrinconamiento regulado, en este caso por Claudia Sheinbaum.