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David León

Con el codo roto y con los aretes de mi padre

Las dos ocasiones en las que Annemiek ha logrado el campeonato mundial de ruta han tenido una constante.

Nada más valioso tenemos los padres que a nuestros hijos. Una conexión sumamente especial existe entre padres e hijas. La relación entre Annemiek y su padre no es la excepción. Ella nació en Holanda en 1982 y lo ha conquistado todo montada en su bicicleta. Medallista olímpica, campeona del mundo y líder de los grandes eventos del ciclismo profesional internacional, nos ha estremecido con su última hazaña.

Solo este año, conquistó el liderato general de la Tour de Francia, el Giro de Italia y la Vuelta a España. Por si todo esto fuera poco, con un codo roto y con los aretes que le obsequió su padre se convirtió en campeona del mundo.

Días antes del gran evento en el que se proclamaría campeona mundial, sufrió una caída que le fracturó el codo, poniendo en duda sus siguientes participaciones. Algunos medios sostenían que este mundial sería para ella inolvidable, pero no precisamente por su buen desempeño. Sin embargo, afortunadamente estuvo en condiciones de presentarse a la prueba y durante ella se puso a trabajar afanosamente como gregaria para que una de sus compañeras lograra el primer lugar; sin embargo, en cierto momento, se encontró en solitario y cerró con un tremendo sprint, con todas las complicaciones que la fractura impone, conquistando así el primer sitio.

Las dos ocasiones en las que Annemiek ha logrado el campeonato mundial de ruta han tenido una constante: los aretes que le obsequió su padre. Un par que ella considera que le traen buena suerte y que aquella mañana, dadas las condiciones, dudó en ponerse, pero al final pensó que con ellos las cosas podrían salir mejor.

De niña solía utilizar su bicicleta para recorrer la distancia que separaba el colegio de casa. Su padre antes de morir le obsequió aquellos aretes a los cuales atribuye la buena fortuna necesaria para ser campeona del mundo.

Esas joyas no solo le han dado campeonatos sino también le han salvado la vida. En los Juegos Olímpicos de Rio, con la victoria entre las manos representada por la medalla de oro y portando los aretes, perdió la bicicleta en una curva cayendo de la misma; el impacto fue tal que por unos instantes todos pensaron lo peor. Maldijo los aretes por la aparente ausencia de suerte. Fue su madre quien la puso en su lugar: “te dieron mucha suerte, te salvaron la vida”.

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